por Esteban Fernádez FARIÑAS: PIEZA DE AJEDREZ
Para los Segurosos del Ministerio de Interior Guillermo Fariñas es una especie de pieza de un juego de ajedrez que les sirve para divertirse y orinarse de la risa moviéndolo como a un peón. Por lo tanto, y se los he dicho hasta el cansancio, YO NO CREO EN FARIÑAS ni el 99.9 de los disidentes PORQUE NO CREO EN EL RÉGIMEN DE LOS CASTRO. Y sé hasta la saciedad que al que se aparta un centímetro de las reglas del juego lo convierten en una pizza.
Si a algo en mi vida he dedicado mi cerebro (y mucho tiempo) es a estudiar, observar, escudriñar, a los hermanos Fidel y Raúl Castro y a su tiranía. Es más, he estado atento a los monstruos a partir del ataque al Moncada y desde que en el campamento de La Plata le metieron un tiro por la cabeza a Eutimio Guerra por el simple hecho de sospechar que les iba a ser infiel.
Se trata de unos dinosaurios que no permiten el más ligero desliz. Si dan un acto público y alguien en su centro de trabajo se niega a asistir se mete en tremendo lío, si en el barrio alguien hace una pequeña critica al sistema se lo llevan preso, si el pelotero dice que no simpatiza con el gobierno no juega más a la pelota. ¿Cómo es posible que alguien con dos dedos de frente se trague la infamia de que mientras humildes y desconocidos cubanos se lanzan al mar tratando de escapar de la Isla y muchos son devorados por los tiburones al mismo tiempo Fariñas va y viene como Pedro por su casa?
Estamos hablando de un grupo de asesinos (solamente comparables con Stalin y Mao) que han perfeccionado un aparato de inteligencia y de terror -que ya casi tiene 58 años de experiencia, porque fue inicialmente creado en la Sierra Maestra- capaz de arrancar cabezas a la menor señal del dictador. Y -como decía Tito Rodríguez Oltmans- parece que todos estos esbirros andan de vacaciones permitiendo a Guillermo Fariñas mil veleidades y meses de huelgas de hambre. Que no jorobe el "ex soldado internacionalista" que si yo a las tres de la tarde no he probado ni un bocado de comida ya me siento mal y mi estómago da rugidos como los de Tarzán.
Allá si alguien es considerado verdaderamente un enemigo peligroso (en realidad a los verdaderos enemigos los hicieron picadillo desde hace mucho rato) lo meten en un hueco donde no ve la luz del sol por el resto de su vida. O le hacen de verdad la vida imposible, sin carné de identidad, sin trabajo, sin libreta de racionamiento. Y... mientras tanto Fariñas anda paseando.
O lo que es peor aún, todo el mundo sabe que sus antiguos compañeros utilizan contra los enemigos peligrosos EL CHANTAJE. Si el "Coco" fuera un verdadero adversario y fuera el bravo de la película, la Seguridad del Estado le mostraría una foto de un ser querido y lo amenazaría con hacerlo trizas si sigue molestando y no acepta ponerse más manso que una paloma.
Se trata de un régimen que ha fusilado a miles de cubanos, que ha lanzado a cientos y cientos de compatriotas a cumplir largas condenas de cárcel (hasta por ser Católicos o Testigos de Jehová) y ahora quieren hacernos creer que permiten a Guillermo Fariñas visitar más veces a Miami que un compatriota que vive en Hialeah.
Yo les voy a decir algo que los sorprenderá: Si mañana viviera el General Quintín Banderas (o cualquiera de los Mambises) y llama por teléfono a Radio Martí, y tiene una computadora en su casa, y recorre Europa y regresa a La Habana, yo no creo en él y vivo convencido que el día en que Raúl lo crea necesario presenta a Quintín en la televisión con su uniforme de capitán del Ministerio del Interior. Ni en Antonio Maceo yo creyera si resucitara, dejara el campo de batalla, viniera a Miami a meter la cuchareta en unas reñidas elecciones y después regresara por el aeropuerto para proseguir en el combate de Peralejo.
Conozco la maldad infinita de la dictadura. Creo que Fidel Castro sigue siendo un monstruo, una mezcla de hiena, pantera y pitbull. Raúl es igual o peor y más ladino. El Ministro de Interior Abelardo Colomé Ibarra (el terrible "Furry") la Seguridad del Estado y todos los Generales, son una jauría de perros rabiosos esperando un simple silbido para despedazar a quienes se les ordene.
Raúl se limpia el trasero con todas las presiones internacionales. Y entonces ¿por qué algunos inocentemente se tragan el paquete de que esa pandilla de bestias le está permitiendo a un grupo de cubanos oponerse, reunirse, criticar, recibir E-mails, viajar al extranjero, tener ordenadores? Yo no creo en ellos. Y quedan todos advertidos. Y cuando llegue el momento en que Castro lo decida y públicamente les imponga la medalla LENIN en masa no se quede nadie con la boca abierta y acuérdese que se los vengo diciendo desde hace mucho rato.
Me parece que me quedo muy corto porque el ajedrez es un juego entre dos personas, cada una de las cuales dispone de 16 piezas móviles que se colocan sobre un tablero dividido en 64 cuadros. Pero este juego cubano tiene muchas más piezas y muchísima más gente jugando y burlándose del exilio. Y Guillermo no está solo en este partido porque existen muchos Peones, Torres y Caballos. Artistas, peloteros, cantantes, músicos, bailarines, han sido desplegados en el gigantesco tablero. Desde luego, hay algunos como Martha Beatriz Roque, Vladimiro Roca y otros que -sin otra justificación que no sea el estar viejos, desahuciados y choteados- han quedado relegados y les han dado Jaque Mate.
Me parece que informando a grosso modo sobre este simbólico juego de ajedrez he hecho mucho hincapié en el mulato desgarbado que no es más que un Alfil y no hablo lo suficiente del Rey y la Reina. Bueno, pues entonces no me queda más remedio que mencionarlos aunque es obvio porque hay que ser muy incauto para zamparse esos alardes de Yoani Sánchez echándole en cara a los Segurosos que "¡Hay periódico 14 y Medio para rato!" y del otro que bien baila, José Daniel Ferrer, tirándole los pantalones a un carcelero y gritándole: "¡Ponte tranquilo que tu no sabes quien soy yo!".
Todo aquel que se crea este paquete muy bien envuelto y confíe en esas pantomimas es porque no conoce la perversidad del régimen. Si la osadía de estos "trebejos" fuera real -y no tuvieran la patente de corso que representa ser parte principalísima de esta maniobra- les pegan con un pico y una mandarria por las cabezas y los pulverizan.
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